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Poliedro

Cuando nadie me ve (B.Caamaño)

Cuando nadie me ve (B.Caamaño)

Dejo caer el agua de la ducha sobre unas cuantas palabras que no me has dado tiempo a pronunciar. Y como luchando por salir, se ahogan en la profundidad y yo las observo y entiendo que tienen miedo, más miedo que yo. En el preciso instante en el que recuerdo que tengo prisa por darles los buenos días a un nuevo día, me enjabono y trato de despedezar bien pequeños los trocitos que la fuerza de las gotas no se han logrado llevar. Los agarro entre mis manos, los mimo, los sueño... Y todavía a veces dudo de que realmente quiero que se vayan, que desaparezcan de mi vida, que me dejen sola y perdida. Palabras.

El agua corre por encima de mi piel y como adueñándose de ella, me quema, muy adentro. No siento nada. Permanezco inmóvil al tic-tac del reloj y de pronto, estamos en una cama en donde me desnudas con besos, únicamente con besos tiernos que hacen que los botones salten de dos en dos y que la camisa se abra, dejando a la vista el momento infinito, libertad. No llevo sujetador y tú sueltas una de esas frases que me hacen reír a carcajadas y le aportan más magia al momento, tranquilidad. Juegas con el piercing que ahí, más que nunca , no desea ser el ombligo del mundo; te dejas ir, y me llevas a mi contigo. El agua me llega a los tobillos y siento frío en la soledad del silencio de unos minutos que darán paso a un nuevo día. Tengo las manos arrugadas y con los ojos cerrados trato de ver en donde he puesto el bote del champú. Se cae al suelo, prisas.

Entre las prisas tratas de aportarle calma al momento. Me acaricias el pelo mientras me hablas de un futuro incierto, tan incierto como prometedor. Los dos nos habíamos enseñado a soñar y esa noche bailamos con el mar a las espaldas mientras tú lloras y me dices que tienes miedo. Miedo. Yo, te abrazo muy muy fuerte, haciendo de dos uno y, te susurro palabras que en la paz de un momento infinito escribimos juntos en nuestro diario. La paz del momento infinito que no acierto a dejar escapar. Al recoger el bote del champú me doy cuenta de que está vacío. Salgo de la ducha y mientras me visto, miro por la ventana y el sol, empezando a salir por la derecha, dibuja un nuevo día. Algunos le llaman: Vida.

B. Caamaño ©

3 comentarios

Martina Vallano -

Me gusta, me gusta mucho.

Ton -

Al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver.
Todo pasa y todo queda pero lo nuestro es pasar.
Todo eso que esoera ahí fuera y llamamos vida, merece la pena, aunque tengamos que convivir con aciertos, con errores y con aciertos que fueron errores y errores certeros.

El Cartelista Tardón -

Según se lee parece que se cabalgue en una montaña rusa de sentimientos. Un relato delicioso y embriagador que invita a cerrar los ojos mientras es leído en bajo y al oído, dejando que la imaginación haga el resto. Me quito el sombrero ;-)